jueves, 9 de julio de 2015

Ramiro Flores de los Montes


Nació cuando el paisaje se fijó por la ventana. Fue creciendo como rama. Nunca perdió ese encanto del verde llegado por influencia del olivo. Sin embargo, cuando el viento era violento, se descomponía su semblante, son testigos la tarde del primero de mayo y las macetas de yerbas comestibles. Amante de la ruda, apoyaba la planta del pie con firmeza, cuando sin apresuramientos caminaba por calles y avenidas con nombre de árboles. A mitad de los parque, abría los brazos frondoso como si él fuera una persona común. Lo era, diferente sí, pero tan común como aquella mujer que se cubría la cara cuando veía una araña bajar por los rosales. Su nombre, un nudo casi vegetal, Ramiro Flores de los Montes. 
Hoy es un día, triste, a Ramiro le han crecido yerbas dañinas al rededor de su tronco; le chupan. Se le mira triste, cabizbajo, con un verde amarillento debajo de sus párpados. 
Si tu sabes de verdores y nos puedes ayudar no dudes y ven, por ahora acompaño a Ramiro en una banca en el parque de las acacias. Hemos pensado en un trasplante, pero queremos evitar ese traumatismo. Si sabes, si todavía no te marchitas, envíanos un verde halago. Te vamos a recompensar. Los primeros brotes serán para ti.