miércoles, 30 de enero de 2013

Remplazo



Las palabras que le unían se fueron separando de su cuerpo y sus rasgos interiores, ya descarnados, se trasformaron en un palpitar de crisálida. Los signos cambian a lo largo del trayecto y ya no podemos definir como lo hacíamos. Hay que improvisar, decir por ejemplo, que sus hábitos de ciudad no harán destino y que en su nuevo organismo tendrá que ser cortejado como recién nacido. Saludable, transformará su sexo por ramas húmedas que crecerán cuando repose el agua. Difícilmente se arrastrará hasta llegar al tallo que trepará como si fueran las murallas verdes de su primera historia. Intacto, no cambiará ni de postura ni de silencio.

Tal vez alguna lagartija lo mire y comparta la yerba amarillenta y vuelva a unir las palabras que se han extraviado entre lo que es y lo que fue. 

Sergio Astorga
tinta/papel