jueves, 3 de noviembre de 2011

A todo gallo


Parecía que la mañana copetona estaba entretenida en despertarse. La ciudad avanzaba quebrada entre los automóviles. Con el estómago vacío la rutina de todos los días se apoltronaba en el sofá. Un chorro de luz penetró por la ventana, limpio las sombras, y se pudieron afianzar en la alacena los platos y tasas ordenados según los cánones de la prisa. Una media docena de recados permanecían atónitos pegados en el refrigerador. Sin hacer conclusiones obscenas, todo parecía normal hasta que comenzó a filtrarse, para después invadir todo el ambiente, un aleteo brusco, descomunal. Un anacrónico estruendo se cuajó en el aire.
Puntual, desde la recamara, el gallito despertador apareció en escena.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20 x 30 .cm